La salud no es una mercancía
La salud no es una mercancía
El gobierno, una vez más con sus aciones guiadas por su rigidez ideológica toma una medida que pone por encima del interés general, el particular de la industria de la salud.
La Resolución 1926/24 de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS),desreguló los Copagos de las prestaciones del PMO (Programa Médico Obligatorio) tanto de Obras Sociales y Mutuales y la medida alcanzaría a las empresas de Medicina Prepaga.
Hasta el presente los copagos eran regulados por la SSS, a partir de hoy se encuentran desregulados, el argumento del gobierno es la libre competencia.
Una vez más vemos con estupor la insensibilidad en la manera de gobernar, donde se abstrae del objeto para centrar la acción en un axioma económico.
Y una vez más comete el error de englobar todo en el endiosamiento del mercado.
Si hay una actividad humana donde no pueden entrar las leyes del mercado como pregona Milei, es precisamente en la Salud.
Los servicios de salud no pueden ser considerados como un simple seguro de un bien material, donde las opciones son diversas, la salud es un bien publico y por ende merece otro tratamiento y otras reglas.
Si a este disparate sumamos el exorbitante aumento de los medicamentos en cifras infinitamente superiores a la inflación y a los ingresos ciudadanos, estamos ante una tragedia de dimensiones que no podemos aún precisar.
Estos aumentos de costos en los servicios de salud no llevan a la competitividad; llevan indefectiblemente al deterioro de la calidad de atención médica o al abandono de tratamientos.
Lamentablemente en nuestro país es difícil dar por serias las estadísticas, pero desde nuestro lugar sería interesante saber mes a mes pblicadas por el Ministerio de Salud o el INDEC las tasas de morbilidad y mortalidad y sin temor a equivocación, asi como supuestamente bajó la inflación, estos indicadores subieron, si seguro ue hay mayor tasa de aparicionde patologías y mas muertos. El mercado es impiadoso.
Y por último si el Presidente sueña con el Premio Nobel de Economía, que siga soñando. La Academia Sueca premia la virtud y la ciencia, no la deshumanización de la economía
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