La política no es perfecta
La política no es perfecta (*)
La política es motivo de innumerables cuestionamientos al ser utilizada en beneficio propio, tomando la cosa pública para enriquecimiento personal en vez de promover la prosperidad del conjunto.
Cuando logremos trabajar en política sin líderes imprescindibles y entendamos que es un acompañamiento, que no debemos seguir a nadie, sino distribuir responsabilidades, entonces todos nos encontraremos en la tribuna de lo cotidiano, donde la realidad sustituya a las palabras en el hogar, los talleres, el campo, las escuelas, los hospitales, etc.
Nos entenderemos mediante la transparencia del deber y los derechos en esta tribuna compartida, donde no hay lugar para la mentira. El sentido de equidad pone a cada uno en su lugar, es ahí donde los hechos representan la verdad y el compartir vale más que competir. No hemos nacido para servir a ningún individuo en particular, sino a la comunidad en general, no para ser discriminados ni para discriminar, ya que todas las diferencias solo valen para establecer responsabilidades, no privilegios.
La existencia de privilegios alimenta el autoritarismo y la soberbia. Es posible que mi opinión cause risa y haga pensar que estoy loco, pero mi intención es poner en consideración que no todo se puede hacer, pero no hay que dejar de hacer lo que se puede. La perfección es una entelequia, sin embargo, la cultura de todos los tiempos muestra en todas partes los caminos de la evolución, demostrando cuánto hay de perfectible en los dones de la vida.
La existencia de privilegios alimenta el autoritarismo y la soberbia. Es posible que mi opinión cause risa y haga pensar que estoy loco, pero mi intención es poner en consideración que no todo se puede hacer, pero no hay que dejar de hacer lo que se puede. La perfección es una entelequia, sin embargo, la cultura de todos los tiempos muestra en todas partes los caminos de la evolución, demostrando cuánto hay de perfectible en los dones de la vida.
Basta con priorizar el diálogo sobre la violencia para que los cambios necesarios produzcan transformaciones conducentes al progreso en paz.
(*) Pedro Aguer
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